De las cuatro habilidades comunicativas, escribir es, probablemente, la que más
recursos cognitivos pone en funcionamiento. Escribir necesita creación,
planificación, revisión y corrección. Conozco adultos que prefieren correr una
maratón de rodillas que escribir una carta formal de reclamación al banco.
Escribir agota.
Para escribir
necesitamos una gran motivación, una intensa necesidad comunicativa o un potente estímulo emocional. Por eso hay
muchas canciones, películas y novelas sobre el desamor y muy pocas sobre
vivencias cotidianas como fregar cuartos de baño. Exceptuando el fantástico
cuento de Cortazar "Instrucciones para subir una escalera"
o el divertido gag de Tip y Coll "cómo
llenar un vaso de agua".
Y aquí es donde
entra en escena la realidad virtual, porque entre las muchas virtudes que la RV
aporta a la educación, muchas de ellas todavía por explorar y descubrir, está
la de asombrar. Porque se lo aseguro, ponerse unas gafas de realidad virtual,
abrir los ojos y descubrirse flotando sobre Júpiter junto a la sonda Juno, impresiona. Incluso a estos chicos que parece que lo han visto todo en los
videojuegos y nada va a llamarles la atención.
Así que después de
pasar una enriquecedora clase descubriendo en primera persona las maravillas
del gran planeta gaseoso gracias a las gafas de realidad virtual y la
aplicación Expeditions que nos permitió viajar a años luz sin salir del
aula, escribir un texto descriptivo sobre la experiencia les pareció una tarea
bien sencilla. Porque el motor estaba en marcha y el depósito lleno.
Ya lo decía Mary
Poppins: "Con un poco de azúcar esa píldora que os dan..." En este
caso el azúcar tenía forma de planeta gigante, Júpiter.
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